no me gusta que el sexo no tenga valor en si mismo



Hay dos formas de entender Diario de una ninfómana. Una es buscando amor, porque el amor siempre es el trasfondo de todo, de los que follan y de los que no. De los que buscas y de los que no lo buscan. El amor está ahí, siempre, aunque lo olvidemos. Porque la vida sin amor no es posible, aunque el amor no tenga nada que ver con el que nos han vendido. 
Valérie Tasso, la autora, cuenta en el libro parte de sus experiencias reales.

La otra, es sin buscar nada. Leer el diario de una mujer a la que le gusta el sexo y que esconde en su título la ironía, ese pecado que cometemos nosotras cuando nos gusta follar con gente que conocemos  o con gente que no. Una mujer que explica sus relaciones con hombres a los que amó, a los que no amó, que la amaron o que no la amaron.

Val tiene 28 años. Tiene un piso y un trabajo que pierde. Tiene mucho sexo porque disfruta de él. Tiene más sexo del políticamente correcto, porque ya se sabe que nosotras tenemos que justificar con otras cosas nuestro cupo de sexo. 

Val disfruta follando, es así. Conoce a un hombre terrible al que ama con locura, como muchas otras. Y, como muchas otras, acaba dedicándose a la prostitución cuando se encuentra con una ingente cantidad de deudas que ella no merece. 

Cuando lees Diario de una ninfómana te encuentras con una mujer que no llora por dedicarse a la prostitución y que, a veces, la disfruta igual que la teme. Pero la prostitución no es el eje ni el mensaje importante dentro de la novela. 

Pasamos la vida justificando el sexo. Con amor, por ejemplo, ya que muchas veces nos quedamos más tranquilos pensando que follamos porque queremos a la otra persona y que esa es la forma buena, la que vale. A veces lo justificamos con la búsqueda de algo mejor, como si detrás de un orgasmo estuviera lo bueno, lo de verdad, lo que necesitábamos. 

Pero la realidad es que Val folla porque le gusta follar y que es en los momentos en los que no lo hace por el sexo en si mismo es cuando lo pasa mal de verdad. Y ya está. Sexo por sexo. Como si se tratara de cualquier otra cosa. De una mujer haciendo cualquier otra cosa. Menuda locura, ¿verdad?