un campo minado

Tus ojos son un campo minado. Tus fotos son un campo minado. Tus sonrisas son un campo minado. No puedo perderme en todo aquello que un día fue casa. no leo mapas, ni tampoco compro periódicos. sé dónde están los remolinos que hay que sortear para llegar a tus costas, que no son tan tranquilas como parecen. No es sitio para mi. Te quise fuerte, te quise desesperada, te quise mal, y ahora que he construido otros castillos me doy cuenta de que llevo de ti bien manchadas las raíces. Da igual cuánto me tatúe para hacer como que tus dedos no están aún marcados en mi piel, da igual cómo de lejos me vaya. 
Solo quiero dejar constancia de ello. Necesito curar mejor todas esas heridas que llevan tu nombre. Hijo de puta.

Border

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"Cuando era niña creía que era especial. Pensaba todas esas cosas sobre mi. Pero me hice mayor y me di cuenta de que solo era un ser humano."





(Border. 2018. Ali Abbasi)



1. El poema sangra y yo también

El poema sangra y yo también.
Ya no me importa que no estés en mi cama.
Las 3:17 de la mañana
no es una hora que me recuerde a tu cuerpo
y tus ojos
ya no son praderas verdes.
Tus ojos ya no son nada.
He pasado cuarentena
y he tenido hambre
y sed
y frío
y he estado triste porque no estabas
a pesar de que en realidad
nunca estuviste.

El poema sangra y yo también.
Soy la única dueña de mis heridas
y de las costuras y de los remiendos.
Ahora no le pertenezco a nadie
estos montones de tristeza son míos
estos arañazos son míos
esta podredumbre es mía
estas flores de mi piel
son todas mías
y no cortaré ni una
para que arda en tus entrañas.

El poema sangra y yo también.
Da igual cómo, cuando y dónde
estoy a salvo de la infección
y ya tiré de todas las pieles muertas.
Me pregunto si tengo talento
me pregunto si estoy perdida
me pregunto cuanta tinta es demasiada tinta.
Ya no me pregunto qué haces
aunque a veces un estremecimiento
venga abrazado a tu nombre
cuando se cuela como un pensamiento furtivo.

El poema sangra y yo también.
Ya no voy a tener más secretos.
El poema sangra y yo también.
Que te jodan.
Que te jodan. 
Que te jodan.

Persigo a los gatos

No me interesa escribir
si no es desde las tripas.
Tampoco creo que este poema
merezca la pena. 

Si no puedo contar lo sola que me sentí en ese bar
a las 03:17 horas de un verano absurdo
porque tú hablabas con otra chica
que sonreía mejor que yo
y que nunca te querría 
como esta gilipollas estuvo -está- 
dispuesta a hacerlo. 

Si no hay espacio para hablar del vómito
que se me agolpa en la boca 
cada vez que enciendo la televisión
y hablan de los niños que lloran
y de las mujeres que sangran
y te cuentan -minuto a minuto-
cómo alguien sufre. 

Que nunca fui ni seré
lo suficiente para mamá
por mucho que lo intenté. 

Que nunca amaré
y que las veces que he dicho "te quiero"
siempre siempre siempre
ha sido mentira. 

Que pensar en el mañana me da miedo
y digo "si sale mal, me mato"
y pensar en morir
es el único seguro de vida que tengo
(sin volverme loca, digo). 

Empiezo historias 
que no termino. 

Persigo a los gatos. 

Y quiero a los cabrones más miserables
que luego me dan 
mucho material para escribir poemas. 

Tú ya estuviste destrozada antes de conocerme


The love witch


Me pregunto si este tío sabe que me lo voy a follar solo por ponerle una tirita a alguna herida que no sé identificar. Creo que esas cosas se notan de alguna manera: siempre he sabido cuando alguien se acostaba conmigo pensando en otra persona. No creo que sea tan triste como nos empeñamos en creer, al menos no para el sustituto. Creo que lo verdaderamente patético está en buscar a alguien que te cure en lugar de curarte tú mismo. 
Estoy en su cocina. Le he pedido un vaso de agua y él me lo ha dado porque no es un cabrón miserable. Tiene el pelo despeinado y las gafas se le resbalan por la nariz. Es guapo. No se ha ido conmigo por irse con alguien, se ha ido conmigo porque creo que de verdad le gusto. Quizás él también me guste a mi. 
Siento que su conversación no me interese. Siento pensar en otra persona y siento fingir que me hace gracia lo que dice, aunque eso me sale un poco solo. En serio, creo que te mereces más que yo en este momento, pero es lo que hay: estoy triste, estoy despeinada. El pintalabios lo llevo de puta madre, eso sí. 
Me cuenta cosas sobre sus compañeros de piso. Hay algunos platos sucios en el fregadero, como en todas las cocinas del mundo a las 05:12 de todas las madrugadas. A no ser que tengas lavavajillas. No lo sé, yo solo soy una proletaria de mierda. 
No pienso demasiado en su polla: no me interesa. Me la meteré en la boca y me la meteré donde haga falta, pero pensar en ella me resulta desagradable. Le pondré ganas al asunto porque de verdad que tengo ganas de follar. O, en cualquiera de los casos, tengo ganas de no dormir sola, que viene derivando en lo mismo. Me pregunto en cuantas parejas lo son porque alguien le tiene pánico a la madrugada helada y al domingo por la mañana, cuando la luz del sol no es suficiente.
Me levanto y le beso cuando se queda en silencio. Y le muerdo e intento invocar algún tipo de infierno en mis entrañas, una hoguera con la que combatir el frío.
No sé si podré.
Me temo que mañana me arrepentiré de esto.